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lunes, 21 de junio de 2010

Turbulencias.







Entra en el mercado el sistema operativo Windows 95 junto con el navegador Internet Explorer. La ciencia avanza rápido y pasamos de los ordenadores y teléfonos "portátiles" mastodónticos a los PC´s y teléfonos "móviles" cada vez más y más pequeños.
Tampoco suceden grandes cosas en este año; Michael Jackson lanza su 5º disco (HI´STORY), Miguel Indurain gana su 5º Tour consecutivo y se estrena la película "Power Rangers", que supongo que sería un bodrio, pero que no recuerdo muy bien si era Víctor o Ferran, tenían los muñecos de juguete y su favorito era el rojo (creo).
Nuestra vida discurría ahora en la nueva tienda de la c/ Encarnación nº 4, cuyas dependencias estaban ya totalmente terminadas y empezábamos la reforma en el dúplex, pero que ya aprovechábamos, pues Mª José había adecentado dentro de lo posible la cocina y le venía bien para poder preparar la comida sin tenernos que desplazar a casa de los abuelos o al mar. Jugaba también, claro, las ganas de estrenarlo todo, pese a que el estado de la vivienda dejaba bastante que desear.
Las comidas las hacíamos delante de la cocina, en un pequeño "office", que estaba condenado a desaparecer según nuestros planes, para dar paso a una cocina más amplia y con luz directa de la calle. Recuerdo que estas comidas se celebraban con bastante tensión, pues Víctor había entrado en plena adolescencia y claro a los padres nos tocaba la labor de educar, a veces tan ingrata pero necesaria. Tampoco nada especial o que se inventara entonces, siempre ha sido así hasta fechas más recientes en que creo que esta labor, se deja un poco de lado. Hay al respecto axiomas o adagios muy antiguos que atestiguan, que no es una problemática nueva y no me resisto a nombrar dos, que provienen de la Grecia antigua: uno "Educad al niño si no queréis castigar al hombre" y dos "Los hijos de pequeños admiran a sus padres, de jóvenes los cuestionan y de mayores los soportan y a veces los perdonan". Nada pues nuevo bajo el sol. Simplemente ser padres.
En mi trabajo, cumpliéndose todas las previsiones, el hijo del gerente pasó a ser jefe de ventas, tras las maniobras para deshacerse del que ostentaba ese cargo, si bien es cierto que para los tiempos que corrían, con las nuevas tecnologías hacía falta el relevo, aunque se podría haber hecho con más elegancia. Me tocaba esperar para ascender, pero era cuestión de seguir trabajando bien y actuar correctamente y con la plena implicación con la empresa a la que me debía.
Estando un día en mi trabajo, visitando al agente de Nules, me llamó Hilario de Burriana, tratando de localizarme, en aquella época todavía no estaba generalizado el teléfono móvil y me dijo que no me asustara, que no pasaba nada. Yo automáticamente, me asusté muchísimo y sabía que pasaba algo grave. Me explicó que Mª José se había ido al hospital con Víctor para que le curaran, pues había tenido un accidente con la bici, pero que estaba bien.
El viaje al hospital de Castellón desde Nules fue angustioso como no recuerdo ninguno. Cuando llegué encontré a Mª José en la sala de espera, me tranquilizó algo y me explicó lo sucedido.
Víctor emulando a Indurain y temerario como era, en una rotonda, había impactado por detrás de un coche parado ante un ceda el paso; se metió en la parte trasera rompiendo la luna con la barbilla y por suerte no se produjo ningún trauma craneal. Resultado: cuarenta puntos para repararle la zona de la boca y barbilla. Después de todo, hubo suerte.
Y así fuimos toreando las turbulencias propias de la vida, como podíamos o como creíamos saber.
En el mes de noviembre de ese año, terminamos la reforma de nuestra vivienda, una vivienda que disfrutamos mucho y de la que guardamos un gratísimo recuerdo, como os iré contando próximamente.
Continuará . . .

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