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martes, 13 de julio de 2010

AVERIA.

Por causas ajenas a nuestra voluntad, se ha cortado el hilo narrativo.
Continuaremos con la historia, en cuanto solventemos las deficiencias, totalmente ajenas a nuestra voluntad.
¡Ah! por cierto: ¡¡CAMPEONES, CAMPEONES, OE OE OE!! ¡¡CAMPEONES . . . etc.
Esto se repite hasta la saciedad o hasta que uno se queda ronco, depende del grado de gilipollez del individuo. ¡FELICIDADES ESPAÑA!. Somos campeones del mundo.
Próximo capítulo: ¡DEPRISA, DEPRISA!

jueves, 1 de julio de 2010

VILA-REAL









24 de febrero de 1998: La Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento) elige por unanimidad (a ver quien vota en contra) a Fidel Castro (¿de este tío no hablamos ya allá por los años 50?. El conejito de Duracel a su lado es una broma) como presidente del Consejo de Estado.
26 de febrero de 1998: Eclipse total de sol.
6 de diciembre de 1998: En Venezuela, Hugo Chávez gana por primera vez las elecciones presidenciales. 7 de ciciembre: aquí debería haber habido otro eclipse total de sol.
En el mes de octubre, es detenido en Londres Augusto Pinochet acusado de crímenes contra la humanidad y España pide su extradición a instancias del juez Baltasar Garzón ( este Garzón me suena: Franco, fosas, derecha, PP, Gürtell. . . algo me va por la cabeza).
En mi trabajo, empiezan a circular rumores de que vamos a abrir otro concesionario de la marca en la ciudad de Vila-real y claro se disparan las quinielas de a quién van a poner al frente del mismo.
La lógica y las mayores posibilidades, estaban entre un compañero que llevaba el tema de los vehículos comerciales y yo.
El se postulaba al cargo con el argumento ( y no era ni mucho menos descabellado), de que por el espacio que había en los locales donde nos íbamos a instalar (una campa muy grande, detrás de la ciudad deportiva del Vila-real), podrían almacenarse las furgonetas y vehículos industriales, para gestionar desde allí su venta en toda la provincia. En su contra, tenía que si bien vendía bastante vehículos, siempre andaba con tejemanejes y no era mucho de fiar, la realidad, es que lo despidieron por las reclamaciones económicas de bastantes de los clientes con los que trataba.
Yo por mi parte, no me postulaba en absoluto, pero sabía que ya que se abría el concesionario en Vila-real y la zona sur de la provincia es la que yo llevaba, sería lógico que fuera el elegido. Además, tenía entre todos mis compañeros y mis superiores, una reputación de persona seria, honesta y organizada fuera de toda duda (ya sé que no queda bien que lo diga yo, pero era así y como soy quien lo escribe pues . . . lo debo decir) y la verdad es que me lo había ganado a pulso.
Al final, la lógica se impuso y el gerente me comentó que llevaba idea de darme a mí la gestión del nuevo concesionario.
El problema era, que sabiendo que sería yo el destinado a Vila-real, mi compañero seguía vendiéndose que la cosa estaba prácticamente clara y que le darían a él el puesto y me comentaba las razones; me decía que el jefe le tenía mucho aprecio y que tal y que cual y yo contemporizando, pues el jefe me había dicho que no mencionase nada todavía que ya lo diría él llegado el momento. Y el momento llegó un día en la reunión del lunes, sin previo aviso, aunque a nadie sorprendió mi nombramiento. Bueno a nadie menos a uno, claro. A partir de entonces, nuestras relaciones se fueron deteriorando y no por culpa mía claro.
Por el mes de marzo, acabados los estudios y el servicio militar, entró a trabajar en el concesionario el hijo del accionista de más peso de la empresa, pues era el administrador. El jefe lo puso a mi cargo, para que le fuera enseñando, ya que cuando abriéramos en la sede de Vila-real, se vendría conmigo. Así se hizo y no era mal chaval e hicimos una buena amistad.
En el mes de noviembre, aprovechando el lanzamiento de el ALFA 156, inauguramos las instalaciones del nuevo concesionario de FIAT/ALFA ROMEO en VILA-REAL.
Había conseguido, como me propuse cuando dejé T. BLASCO y me puse a vender coches con H. USO, mi objetivo de ir escalando en el organigrama de la empresa. Pero veía que hasta aquí habíamos llegado, pues ya tenía a dos "hijos" por delante.
La verdad es que pensaba que tendría algo más de autonomía para dirigir el concesionario y mi relación con los agente oficiales de nuestra red, pero todas las decisiones se seguían tomando desde Castellón y conociendo al gerente tampoco era nada raro, pues le gustaba tenerlo todo controlado, pero a mí el trabajar en una empresa, representante de una multinacional, me sirvió mucho, tanto a nivel personal como a nivel laboral. Maduré mucho y sobre todo adquirí seguridad y confianza en mí mismo.








En el trabajo, tenía bastante libertad, dentro de las normas y costumbres de la empresa y ejercía de relaciones públicas de la misma en una ciudad que había crecido mucho y que por tener un equipo de futbol en 1ª división, era conocida en toda España.
En el plano familiar la vida seguía igual. Con nuestra dedicación diaria a la educación de Víctor y en menor medida de Ferran.
Víctor había cumplido 18 años y le dijimos que se sacase el carnet de conducir. Nos costó.
Cambiamos nuestro R-19, por un FIAT BRAVO, ya estaba bien que llevábamos siete años con un coche de la competencia. Tuve una ocasión (a coste "0", tan sólo la transferencia) y compré para Victor un ALFA 33, rojo, impecable de un señor algo mayor. Se lo enseñé y le encanto. Venía los fines de semana a hacer prácticas por la campa de las instalaciones, pero no se sacaba el carnet. Le amenacé que vendería el coche si no iba a la auto escuela. . . y acabé vendiendolo. Al final se sacó el carnet y le compré un FIAT TIPO, que estaba bastante bien.
Víctor nos requería mucho esfuerzo en aquella época. Había dejado de estudiar, tras conseguir (nosotros) que terminase el bachillerato y se había puesto a trabajar en T. TOMAS BELTRAN, nunca le ha costado mucho encontrar trabajo. Pero la brega en casa seguía.
Por lo demás, vivíamos bien en nuestra nueva casa, con la que nos habíamos identificado totalmente y de la que guardamos un gratísimo recuerdo.
Este año, la financiera, nos regaló un viaje a Sevilla de cuatro días, así que lo planificamos de forma que se quedaran los dos en casa y que fueran a comer a casa de mis padres. Era algo ariesgado, pero lo quisimos asumir. Víctor tenía 18 años y Ferran con ocho ya se apañaba perfectamente solo. La verdad es que no teníamos muy claro a quién dejabamos a cargo de quién, pero bueno volvimos de Sevilla y habían sobrevivido. No quisimos indagar demasiado cómo había ido el día a día, pero bien, la casa seguía en pie y estaba más o menos organizada.










Ellos sabrán. . .
Que recuerden . . .