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viernes, 22 de enero de 2010

El origen: los novios




Los que iban a ser mis padres, nacieron en 1920 él y 1923 ella .
Mi padre y su familia eran originarios de Burriana; ya existe un apellido Sorlí en la ciudad desde 1575. La familia de mi madre descendían de Artana, donde pasó mi madre una feliz infancia, dado que era sobrina del cura de la ciudad, lo que suponía tener un posición bastante desahogada en el pueblo. Este sería fusilado por los republicanos al principio de la guerra.
Mi madre siempre ha guardado un gratísimo recuerdo de su infancia. Vivía con sus tías, que por lo que ella cuenta la consentían bastante. Los padres habían tenido que ir a buscarse trabajo por lo que dejaron a la niña al cuidado de los familiares, hasta que se trasladaron a vivir a Burriana.
La infancia de mi padre fue la de un crío corriente, supongo, porque nunca me ha comentado nada sobre esta etapa de su vida.
Ambos como podéis comprobar por su edad, pasaron por el trance de la guerra. Mi madre, con la suya, buscándose la vida, con alguna anécdota tragicómica, como la vez que se fueron a traer aceite de estraperlo, les cogio la mercancía la benemérita, y se quedaron sin aceite y sin dinero. O cuando se fueron de peregrinación para ver una supuesta aparición de la Virgen a les Coves de Vinrromá, a pie, lloviendo y siendo a cogidas por un alma caritativa en su casa para que descansaran, viéndole los pies mojados y con la mejor inteción le puso a secar las zapatillas cerca de la chimenea y se las quemó.
Lo de mi padre en la guerra fue algo más serio, pues les mandaron al frente siendo unos críos prácticamente, con dieciocho años (la quinta del biberón les llamaron) y teniendo tiempo de sufrir el desastre de la derrota. Durante la guerra, cosas de la vida, combatió junto al hermano de la que sería más tarde su mujer, mi madre, al que mataron prácticamente en las primeras batallas en las que participaron. Paradojas de la vida en la misma familia murieron dos miembros de ella, cada uno por una de esas dos Españas que decía A. Machado ha de helar el corazón al españolito que viene al mundo.
De vuelta a casa, como mi padre combatió en el bando de los republicanos, finalizada la guerra y gracias todavía a un amigo que le avisó que le iban buscando por "rojo y desafecto al régimen" para encerrarle en el campo de concentración (el último de estos campos se cerró todavía en el año 1947), pudo conseguir que alguien de reconocida lealtada a la madre patria, le avalara como buena persona y "solo" tuvo que cumplir dos años más de "mili" en la ciudad de Pamplona.
No tiene mal recuerdo mi padre de esta parte de su vida, pues parece que lo acogio bajo su protección un comandante que le hizo su ordenanza y tuvo una "mili" bastante llevadera, dentro de las restricciones propias de la época. De ella sí que me ha comentado bastantes batallitas.

Entre tanto, mi madre, consecuencia me imagino de las privaciones y la mala alimentación, cogio una tuberculosis, lo que hizo que la ingresasen en el sanatorio de Vila-real. Vaya por Dios, tragedia a la vista. Pues no. Al igual que mi padre guarda uno de los mejores recuerdos de su vida, junto con el de su infancia, ya que allí ayudando a las monjas y con alguna amistad que hizo fue uno de sus mejores recuerdos. Ayuda bastante a que lo sea que conocio a un chico, también ingresado, no recuedo si me dijo que era ingeniero, se enamoraron, incluso parece que se habló de boda, fue a conocer a su familia, una familia "bien situada" que vivían en Madrid y eran oriundos de Almansa. Esto ponía en peligro mi existencia, porque evidentemente, si se hubieran casado, habrían tenido hijos, pero no sería yo ninguno de ellos.
Como comprendereis, al leer esto y dado que quien lo escribe soy yo, algo debio fallar. Pues sí. Lo que sucedió fue que fallecio el novio.
Despues de estas y otras vicisitudes, quiso la vida, el azar, la casualidad o lo oque sea, que mis padres se hicieran vecinos, viviendo ambos en la c/ Misericordia uno frente a otro.

Ya estamos en los años cincuenta, mi padre trabaja en el campo (cómo no). Despues de los años ha conseguido ser "comprador" de naranjas, lo que le daba un cierto estatus, dentro de las circunstancias de la España de esos tiempos. Mi madre trabajaba también, sí, en un almacén de naranjas; lo compaginaba enseñando a bordar, a las chicas que iban a su casa, con máquina de coser incluida, para hacerse el ajuar.

Y en estas estamos, cuando acabada la jornada y despues de cenar, la gente salía a la "fresca" a la puerta de casa, los dos jóvenes hablaban, salían con la misma pandilla y ya estaban en la treintena.
Y entre el discurrir de estas cosas de tan poca importacia que os cuento, se dieron las circunstancias, para que se decidieran a dar el paso de casarse y formar una familia.

Despues de un tiempo de salir juntos y ver cómo se iban casando las demás parejas del grupo de amigos, viendo que se iban haciendo mayores, se dijeron: "tendremos que casarnos", y esto fue lo más parecido a una declaración de amor que se hicieron mis padres.
El que todavía no era yo, desde el más allá o más acá, podía respirar aliviado: podría nacer. Ya tenía unos futuros padres.
El feliz acontecimiento de la boda tuvo lugar un 13 de octubre de 1954, con la anuencia no demasiado entusiasta de las dos familias y comprándose los novios con sus ahorros una habitación de matrimonio, como toda posesión para el inicio de la nueva vida, poniéndose a vivir en la casa alquilada, que tenía mi padre y que compartía con su madre.
Tenemos a mis padres casados, casa y habitación de matrimonio, todos los ingredientes necesarios: yo podía nacer.
Y nací...

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