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miércoles, 10 de marzo de 2010

Viejas amistades.

En 1971, tengo dieciséis años y estoy cursando 6º de bachiller. Mi idea era estudiar INEF, pero después de hacer la revalida de 4º, con lo que creía podría estudiar ya educación física, lo convirtieron en carrera universitaria, tendría que hacer PREU (preuniversitario) y además, hacer la carrera en Madrid, con lo que se complicó bastante la cosa.
El grupo de basket, seguíamos ganado campeonatos y durante las vacaciones, seguíamos juntos. En verano, por aquella época, se montaban unas "barracas" de madera en la playa de Burriana y Alvaro Capella, era uno de los afortunados que tenían plaza en la playa, así que allí íbamos todos los días a pasar la tarde, llevábamos la guitarra y algún San Roque también lo pasamos allí, sin casi dormir en toda la noche y bañándonos en la playa, recién salido el sol. Una vida muy dura como podéis comprender.
Nos propuso, un jugador de los AA AA (Antiguos Alumnos), que nos apuntáramos al campeonato federado que organizaba la OJE (Organización Juvenil Española). Si, hace tufillo a fachas, pero a nosotros lo que nos gustaba era jugar a baloncesto (y ganar, claro), así que trasvasamos el equipo a la Merced, que era la sede de la OJE y los domingos nos enfundábamos la camiseta blanca de los Salesianos y los sábados por la tarde la verde de la OJE. Los mismos perros, con distintos collares. Yo seguía corriendo, lo que significaba que un domingo por la mañana estaba corriendo un cros de 5000 m. a las 10 de la mañana y a las doce, estaba jugando a baloncesto. Es que yo no tenía remedio.
Apuntarme a la OJE, no es lo que más le gustó a mi padre, claro, pero bueno con dieciséis años, tampoco lo veíamos como un tema político, pues pasábamos algo más que mucho de los actos y adoctrinamientos que se intentaban hacer y además nos servía para aprobar la asignatura (por llamarla de alguna manera) de FEN (Formación del Espíritu Nacional, toma ya), que era obligada. Y ahora hablan de Educación para la Ciudadanía, como doctrinaria.
En la Cultural Deportiva de Castellón, el club de atletismo al que pertenecía (había otro en Castellón que era el Castalia OAR, este era el equipo de la OJE provincial), nos propusieron a varios atletas, representar a la provincia, en los Campeonatos Sindicales de Atletismo, que se celebraban en Vigo. Al decir Sindicales, se supone que eran trabajadores que hacían deporte, pero como comprenderéis en aquellos años, personas de treinta años que después de trabajar hicieran deporte había pocos o ninguno, así que a mí me propusieron ir a correr los 10000 m. y ... dije que sí, a pesar que como yo era más bien mediofondista, la distancia me venía un poco larga. Así es como tuve el honor de correr con Mariano Haro, que junto con Santana y Angel Nieto, eran los iconos españoles del deporte, porque no había otros. Bueno he dicho correr con Mariano Haro y no es del todo cierto, pues cuando dieron la salida, él se fue a su aire y los demás hicimos lo que pudimos a unos cuantos metros de distancia. Yo encima era juvenil y fuera de mi distancia, o sea que la cosa no fue muy bien, pero conocí Vigo, casi nos echan a la calle en la pensión en que dormíamos, ligamos con unas gallegas que nos llevaron a unas islas cercanas a tomar el baño y por la noche, nos cruzamos medio Vigo, para hacerles una serenata. Y al día siguiente a correr. ¡Qué vida más dura!
En la OJE, le caí bien al que era el Jefe Local, además de el profesor de FEN (recordáis) en los Salesianos y me introdujo en el grupo que preparaba las Fiestas de la Juventud, todos los años, gente de 20, 25 años y más y allí que andaba yo, que igual servía para un roto que para un descosido.
Preparábamos los programas, invitábamos a algún artista importante que estuviera triunfando en TVE por aquella época para hacer el pregón, a mí me liaron para que saliera a cantar la noche de los cantautores, que siempre éramos dos, Lucrecia Perelló y yó, poníamos las mesas, las retirábamos y luego a la una o las dos de la noche nos tomábamos unas botellas de "champañ" por cortesía del concesionario del bar.
Este año, recién llegado de Vigo, entro en el local y me dicen: "hombre aquí tenemos al acompañante que nos falta para las damas" . . . y dije que sí. Es que soy muy fácil.
Así que ese año, fui acompañante y canté.
El público tampoco era muy exigente, así que entre el "Qué será" de José Feliciano o "El gato que está triste y azul" de Roberto Carlos, cantabas "Caminante no hay camino" de A. Machado, musicado por Serrat, "La mare" o "Tots ell colors del verd" de Raimón o "Me queda la palabra" de Blas de Otero, musicado por Paco Ibañez. Tampoco lo hacías por un trasfondo político, eramos mi guitarra y yo, canciones que me gustaban, nadie las censuraba y la gente aplaudía.
Aquel año organizamos la primera carrera de San Blas y por la noche, nos fuimos a marcar el recorrido, yo la tenía que correr al día siguiente y la persona adulta y se supone que responsable que nos acompañaba, iba parando por los bares que encontrábamos en el camino. Que si un carajillo, alguna copa de coñac, total que borracho, borracho no acabé, pero algo contentillo sí. Me acosté sobre la una. A la mañana siguiente, me despierta mi padre, de no muy buen humor por la hora de llegada y me dice que me tome algo más que un vaso de leche para desayunar. Yo no estaba para tomar muchas cosas, así que me dice que si no como algo no voy a correr. Yo me pongo cabezón y digo que no me tomo nada y que no voy a correr. Me vuelvo a acostar y al final mi padre me hace levantarme y la verdad no recuerdo si al final comí algo, creo que no; me fui, corrí, y vencí. Fue la primera copa que me dieron, hasta entonces sólo tenía medallas.
Comprendéis, un sin vivir. Era muy duro aquello.
En el colegio Salesiano, la verdad es que éramos unos privilegiados. Mimados por el director, nos reuníamos una vez por semana después de cenar y hacíamos una especie de terapia de grupo,
y la verdad nos iba bien. Supongo que el director se lo pasaba de muerte, experimentando con nosotros. Pero hacíamos piña. Siempre andábamos todos juntos. Nos reuníamos a veces en la sacristía, en la que el cura José Antonio Garciandía Gorriti, nos dejaba el salón de arriba y allí que andábamos nosotros con las guitarras y algún que otro tiento al vino de misa.
Por entonces empezaba a funcionar el movimiento Neocatecumenal (los que ahora son conocidos como los Kikos, por su fundador). Nosotros por estar en un colegio religioso, teníamos que ir a misa los domingos, claro, además teníamos que dar ejemplo a los demás chavales, entonces "el Gorriti" como le llamábamos, nos invitó a ir. . . y dijimos que sí.
Las catequesis, se celebraban en la antigua iglesia del colegio, un día a la semana después de cenar. Y allí que andábamos y allí que me encontré con unas viejas amistades, después de cuatro o cinco años sin vernos, con parte de la familia Gallén, el padre, la madre, Begoña y aquella chiquilla delgaducha, que siempre iba con su hermana, pero que ahora, ni era tan chiquilla, ni estaba tan delgaducha y que se llamaba María José. . .

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