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lunes, 8 de marzo de 2010

Nueva década, nuevas amistades.

"Houston we have a problem".
Pues sí que empezamos bien los 70.
Los astronautas del Apolo XIII, consiguen regresar a la tierra, tras sus problemas en el espacio. Sí, son los de la película, basada en los problemas que tuvieron en su misión espacial.
Y no acaban aquí las malas noticias. Paul McCartney, anuncia oficialmente la disolución de los Beatles y muere Jimi Hendrix a los 27 años. Malos tiempos para la lírica.
En España, son malos tiempos para la prensa de oposición al régimen. Se cierra el semanario "Triunfo" y el diario "Madrid", incluso en el año 1973 se voló el edificio que lo albergaba.
Mientras tanto, van viniendo los turistas; ya son 24 millones para una población de 33 millones.
Se avanza, pero poco a poco. La calle era de Fraga. Para ver la película de Rosellini "Roma ciudad abierta", estrenada en 1945, tuvimos que esperar a este año 1970. El gobierno cerraba el cabaret barcelonés El Molino, durante tres meses por "inmoralidad". No es extraño si pensamos que el caudillo se acostaba con el brazo incorrupto de Santa Teresa, bueno lo tenía en su habitación, para que le protegiera del diablo, que en esa época era masón y comunista.
Sobre esta reliquia, se cuenta una anécdota. Resulta que Carmencita la hija del generalísimo, se fue a un congreso católico en EEUU y se le ocurrió llevarse el brazo de la Santa, para mostrarlo a los católicos allí reunidos. El problema, vino cuando al declarar en la aduana, nadie sabía qué poner en la hoja de declaración de objetos, de semejante artefacto y a alguien se le ocurrió la brillante idea de declararlo como "embutidos y salazones". Pues eso. De la Santa se conservan además un pie, la mandíbula y no sé qué mas. Vamos una carnicería.
Yo tenía quince años y un problema, no como el del Apolo o el de Carmencita desde luego.
Como os contaba, jugaba a fútbol, baloncesto y hacía atletismo.
Claro, había fin de semana, que estaba jugando a baloncesto el sábado por la tarde en el campeonato federado, el domingo por la mañana corriendo el campeonato provincial de cross y el mismo domingo por la tarde el partido de fútbol con el Burriana. Un no parar, vamos.
Este año por fin, subieron de categoría los infantiles de baloncesto a juveniles, donde yo había estado el año anterior con los juveniles de último año. Así fue como me junté con los que luego pasarían a ser mis nuevos amigos, pues dado que jugábamos dos campeonatos, escolar y federado, más los entrenamientos, pasábamos todo el tiempo juntos y además después de los partidos, solíamos irnos juntos de discoteca o a lo que saliera.
De esta época, surgió un grupo muy unido, que propició grandes resultados deportivos y una muy buena relación de amistad y compañerismo entre nosotros, fomentado además por el entrenador, Vicente Sanus y por el director del centro Pepe Llácer.
Pero llegó un momento que tuve que elegir. Tenía que dejar algo, no sólo por el desgaste físico que implicaba tanto ejercicio, además había veces que se solapaban partidos. Y claro pesó más la amistad que había en el grupo y me dejé el fútbol, contra los consejos de mi padre, que decía que siendo más o menos bueno, en este deporte podría tener posibilidades de dedicarme a ello profesionalmente; pero jugábamos por divertirnos y en la balanza pesó más la diversión y el compañerismo.
No me arrepiento. No sé qué hubiera pasado de haber andado el otro camino, pero si volviera a tener la oportunidad de elegir otra vez, elegiría lo mismo, después de vivir lo que he vivido y estar donde estoy.

Así fue como cambie de amistades, que se fueron afianzando, mediante el deporte, el cual nos permitio ser unos privilegiados durante esos años, viajar a los distintos campeonatos nacionales a ciudades como Segovia, Zaragoza, Teruel, Madrid. . . y sobre todo divertirnos.



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