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jueves, 6 de mayo de 2010

El piano

1983. Por fin Juan Pablo II, retira la condena a Galileo Galilei por su teoría del heliocentrismo; el pobre hombre no pudo alegrarse demasiado, pues había muerto 500 años antes. No podemos decir que la iglesia se precipita para hacer justicia.
Se producen este año las matanzas de Sabra y Chatila instigadas por Ariel Sharon. En R.U. gana las elecciones Margaret Thatcher del partido Conservador. En los Oscars triunfa ET de Steven Spielberg.
España por su parte se va modernizando, bajo el gobierno socialista. Se despenaliza el aborto y se aprueba la semana de 40 horas y los 30 días de vacaciones. Es el año de la nacionalización de RUMASA y el inicio de las emisiones de TV-3. Fallece este año Luis Buñuel.
En nuestro piso en Burriana, recuerdo haber visto con uno de mis cuñados el 12 a 1 de España a Malta que le sirve para clasificarse para la fase final de la Eurocopa.
Por entonces, teníamos un piano antiguo que yo le compré a Mª José y que posiblemente influyera en la decisión de la apertura de la tienda. Recuerdo que era un armatoste y que subirlo al piso por la escalera, pues no cabía por el ascensor, fue toda una odisea, con heridos incluidos aunque leves; como no, dado mi historial, me aprisioné el dedo entre el piano y la pared; nada grave.
En la tienda, tras empezar por vender alguna púa, algún accesorio de guitarra y algunos métodos, la gente nos empezó a conocer y se alegró, pues cada vez que tenían que comprar métodos para el conservatorio o algo relacionado con los instrumentos, una simple cuerda de guitarra, se tenían que desplazar a Castellón. Así pues podemos enorgullecernos de haber contribuido al crecimiento del interés por la música y bastante como iréis viendo.
Se empezaron a vender guitarras españolas, alguna eléctrica. . . la cosa se iba animando y nosotros íbamos reinvirtiendo en comprar más material. Y nos fuimos lanzando y nos atrevimos con la compra de un piano. Hay que hacer notar, que al principio, los proveedores, nos hacían pagar las compras por anticipado o bien al recibo de la mercancía, con lo que los inicios no fueron fáciles. Pero Mª José y yo hacemos un buen equipo y no nos dan miedo los sacrificios económicos. Y vaya si los hemos hecho en nuestra vida. Pero solemos conseguir lo que nos proponemos.
Ya lanzados, empezamos a ver que el local se nos quedaba pequeño; el piano ocupaba mucho espacio y sólo era uno y nuestra idea era crecer más.
La gente nos iba descubriendo, nos iba haciendo preguntas sobre todo lo relacionado con la música y claro, nosotros no lo sabíamos todo, pero como teníamos vocación de servicio, lo averiguabamos y "nuestros" clientes, nos fueron cogiendo confianza.
Una conocida de Mª José, le preguntó si la podría ayudar con la asignatura de música para su carrera de magisterio . . . y dijo que sí. Así fue como nació otro negocio, dentro del negocio: las clases particulares de solfeo y piano. Es que era un no parar. Os imagináis, la tienda, dando clases, Mª José además seguía estudiando en el conservatorio de Castellón . . . una locura, una vorágine, pero nos encantaba.
Al final encontramos otro local más grande y no demasiado caro y nos trasladamos con la música a otra parte. Nos fuimos a la c/ Encarnación, más cerca de casa de mis padres, con lo que teníamos mas cerca al pequeñajo.
Casi eramos una institución en Burriana. En este nuevo local, nos cabía más material. Nosotros seguíamos reinvirtiendo. Había también una sala para el despacho y otra que habilitamos para que Mª José diese clases, pues ya tenía bastantes alumnos. Además vino el presidente de una entidad de Burriana, a ver si Mª José podría ir a dar clases en sus locales . . . y dijo que sí.
Yo cuando salía del trabajo a las seis de la tarde, me iba a la tienda y Mª José en cuanto yo llegaba, se iba a dar clases, quedándome yo a cargo de la tienda.
Una tarde, se presentó un chico al que no conocía y me dijo que habían montado un club de atletismo; que le habían comentado que yo de joven corría mucho y que si quería unirme a ellos en plan amateur y pasarlo bien . . . y dije que sí, claro. Después de tanto tiempo, si bien siempre he hecho algún tipo de deporte, empecé a entrenar con él y al mediodía, al salir del trabajo, nos íbamos por el río a hacer kilómetros. Así volvía a sentirme atleta. Tampoco me fue mal en esta segunda etapa.
Como comprenderéis aburrirnos no nos aburríamos. La tienda estaba totalmente consolidada, así que el grupo de accionistas, o sea nosotros, empezamos a pensar en serio en mirarnos alguna parcela, para edificar nuestro chalet en la playa.
Y ya sabéis que casi siempre conseguimos lo que nos proponemos . . .

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