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jueves, 11 de febrero de 2010

Annus horribilis

"I have a dream".
Esto lo decía Martin Luther King en agosto de 1963 ante cientos de miles de personas, en Washington, en repulsa contra la discriminación racial.
Ese mismo año en el mes de noviembre, era asesinado en Dallas el presidente Kennedy.
En España, se instaura el TOP. No era una lista musical; era el Tribunal de Orden Público, que se encargaba de juzgar los delitos políticos.
Ante tamaños acontecimientos, me permitiréis que os cuente esas cosas de poca importancia, que suelen suceder entre las familias de gente corriente como la nuestra.
Tampoco fue un buen año para nosotros.
Yo seguía con mi vida de estudiante de 5º de primaria. Se había a trasladado a vivir con nosotros mi abuela paterna, la "mare Antonia", porque no quería que le llamásemos abuela. Veréis por la foto que acompaño, que tenía buena presencia y tampoco era cuestión de llevarle la contraria. Supongo que en el subconsciente, todavía me quedaba la imagen del balcón cuando nací. No, la verdad es que cuidó bastante de mí cuando mis padres "estaban fuera" y yo por temas de escolarización no podía desplazarme con ellos.
Mi abuela materna, vivía con mis tíos. La tía Lolita y el tío Manolo.

Mi tía era guapísima y cuando vinieron de Alcalá (recordáis el negocio fallido de la frutería), se dedicaba a cuidar de los cuatro hijos que tenían, de ellos el que tenía mi edad y con quien yo congeniaba más era José Luis. Mi tío era una especie de genio, en todos los sentidos y la extensión de la palabra.
Se había establecido como carpintero y tenía un almacén en la calle "Escorredor" y encima tenían una vivienda, pequeña, en la que yo pasaba algunos fines de semana, pues la relación de las dos familias era excelente y allí yo, era un miembro más de la familia.Como os decía mi tío era un genio. Igual hacía de carpintero, que se fabricaba él sólo una barca (y flotaba), que pintaba (bastante bien), o hacía un mueble con tallas de varias estampas del Quijote; incluso se construyó un chalet en el mar, en "les oliveres", que como veréis más adelante fue parte importante de esta historia. La música nunca fue lo suyo, desde luego, porque estaba algo sordo. Tal vez por eso y por su aspecto y el tema de la pintura, siempre me ha evocado a Goya. En fin cosas de críos.
En casa, la cosa estaba bastante tranquila. Mi madre trabajando a destajo en el almacén y estirando tapetes con el almidón y las agujas (había que pagar el piso, recordáis) y mi padre, rodando por todos los huertos de la región (todavía no comunidad), comprando naranjas.
Como os decía anteriormente, mi padre se desplazaba en moto. Tenía una moto preciosa, una BJR . . .
Un día, estaba yo en casa de mis primos, En "l´ascaleta" , llamada así porque estaba la vivienda encima del almacén y se accedía a ella por una escalera estrecha. Normalmente, me volvía a casa el mismo día, lógicamente o si era fin de semana igual me quedaba hasta el domingo por la noche, para jugar con mis primos. Pasaban los días y yo seguía en casa de mis primos, sin decirme nadie nada. Me llevaban al colegio, iba a dormir allí. En principio no me paré a pensar si había algo raro. Tenía ocho años y como os digo, lo pasaba bien con mi "otra" familia. El tiempo seguía pasando. Empecé a pensar, por qué estaba tanto tiempo allí y por qué no venían ni siquiera a verme mis padres. Claro yo no decía nada. Tampoco notaba nada. Recuerdo que una tarde jugando en la terraza, oí tañer las campanas de la iglesia del Salvador, la parroquia. Siempre que en una novela o en una película se habla de un presentimiento, parece que lo ponen para dramatizar la historia que se cuenta. Pero la vida, siempre supera la ficción. Yo oyendo las campanas, tuve un presentimiento. Mira que si mis padres han muerto. ¿Por eso estoy viviendo aquí?. Pero no dije nada claro. El tiempo pasaba. Un día le pregunté a mi abuela, por qué no venían mis padres. Y me dijo que "estaban fuera". Y el tiempo pasaba. Por las mañanas, para asearnos, teníamos que desplazarnos por un largo pasillo, al aire libre, para cruzar todo lo largo que era el almacén. Allí había un aseo y enfrente al aire libre una pila donde nos lavábamos la cara y nos peinábamos, para ir al colegio. Esa mañana, me acompañó mi abuela para lavarme. Cuando me iba a lavar la cara, me dijo que mi padre había tenido un accidente con la moto. Me dijo que "está mol malet". No dijo nada más. Yo me lavé la cara. No reaccioné de ninguna manera. Me dio la toalla.Me la puse en la cara para secarme. Y entonces rompí a llorar.
Ese día no fui al colegio. Por la noche tuve una pesadilla que hacía que me despertara llorando. Me pasé la noche soñando con dos líneas, que se desplazaban una contra otra, pero que nunca llegaban a tocarse. Al mismo tiempo tenía una sensación como si tocara arena. Tuve un subidón de fiebre y me pasé sobre una semana enfermo. Mi tía y mi abuela cuidaban de mí. Mi madre, estaba en la habitación del hospital, junto a la cama en la que mi padre se debatía entre la vida y la muerte.
El accidente se produjo cuando mi padre volvía a casa a última hora del día y en la carretera de Nules a la altura de lo que hoy es una redonda (la del polígono Carabona), pero que entonces era un cruce con la carretera antigua de Valencia, un pobre hombre que también volvía a casa con su tractor, después de finalizada la jornada, fue a cruzar la carretera, no vio a mi padre y éste para evitar el golpe, se fue a la izquierda, con la mala suerte de que había un montón de piedras rugosas, para reparar la calzada. La rueda de la motocicleta, golpeó con el montón de piedras, cabeceó y lanzó al que iba en el asiento trasero de la moto, por encima, pero mi padre se dio con la parte izquierda de la cara contra las piedras. El golpe fue tremendo. Mi padre no perdió la conciencia en ningún momento, incluso se levantó para parar la moto que se había quedado en marcha. Pronto llegó la guardia civil y se lo llevaron al hospital de Burriana. Allí al ver las heridas, le mandaron urgentemente al hospital de Castellón y viendo las tremendas heridas de la cara, le operaron inmediatamente, pero prácticamente sin esperar que pasase de aquella noche, por lo que la cura no fue ni mucho menos la adecuada y después las secuelas fueron irreversibles. Parece que en la familia somos duros de pelar y después de un mes en el que iba evolucionando, le fueron haciendo diversas operaciones, al ver que no se moría y finalmente aunque convaleciente todavía, me permitieron que lo visitara, pues hacía tiempo que no veía a mi padre, pero tampoco a mi madre.
La encargada de llevarme fue la "mare Antonia" . El viaje a Castellón, lo hicimos en autobús. Durante todo el viaje mi abuela, me iba preparando. Yo tenía ocho años. Ella me decía que no me asustara. Entramos en el hospital. Recorrimos varios pasillos. Al entrar en el patio del hospital, al fondo del pasillo, estaban mis padres de pie. Uno junto al otro. Mi padre con la cara deformada por el golpe. Todavía hinchada. Yo eché a correr y me refugie en las faldas de mi madre. Como con la toalla de aquella mañana. Y rompí a llorar. Mi padre se fue a la habitación. Esa primera visita, la hicimos corta y no estuve con mi padre. Mi padre cuando me fui, le dijo a mi madre llorando: "este niño no me va a querer nunca más".
Poco a poco, me seguían llevando y paseábamos los tres, mis padres y yo, por el recinto del hospital. Poco a poco yo iba mirando a mi padre. Poco a poco, paseábamos los tres por el hospital, ya cogidos de la mano, mis padres y yo. Poco a poco fuimos saliendo de esta. Le dieron el alta a mi padre, aunque la convalecencia fue larga y tuvo que pasar por varias operaciones. Pero finalmente, la vida volvió poco a poco a la nueva normalidad.
Mi padre tenía una moto. Una moto preciosa. Una BJR . . .
No. No fue un buen año.

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